Un país sin cabeza y un pueblo en estado cataléptico

La verdad que al escuchar sobre todos los escándalos de corrupción que se han destapado, da miedo, pero no miedo por los escándalos en sí, que deben ser un porcentaje muy bajo en relación a los que todavía no se conocen, sino mas bien por la apatía que demuestra ante los mismos el Sr. Presidente de la República. No quisiera comparar nuestro país con otros, dicen que las comparaciones son odiosas, pero en este caso creo que es necesario. Si hubiera sido en cualquier país “No tercer mundista (no por el desarrollo económico, sino por el desarrollo mental)”, el presidente ya hubiera pedido la renuncia del involucrado en cuestión o el mismo funcionario ya la habría puesto por "motus propio". Escándalos de menor envergadura han dado al traste con cargos como gobernadores de estados, jueces, fiscales, congresistas, y funcionarios públicos de toda clase. Aquí en cambio, tenemos funcionarios que no importa lo que hagan no tienen dignidad suficiente para renunciar. Pero el problema no es ese, hay dos razones que dan origen a lo que pasa. Primero tenemos gobiernos que no actúan en contra de sus propios funcionarios, póngale ud. la motivación que sea, no se hace. Y otra razón, quizá la mas importante: a este pueblo se le olvidó luchar, se le olvidó exigir, se le olvidó demandar que se le respete, porque cada vez que pasa algo así y no se hace nada, nos están faltando el respeto y nos estamos faltando el respeto nosotros mismos. Alguien dijo por ahí que a los hombres de este país los han castrado, aunque la lucha no es de sexo en este caso, y la frase podría aplicarse a ambos bandos. En otros lugares ya habría manifestaciones multitudinarias. Este pueblo debe tener alguna dosis alta de óxido nitroso (el gas de la risa). Suben el pasaje, no pasa nada; suben los combustibles, no pasa nada; desfalcan al estado, no pasa nada; hacen un metro mientras hay hospitales sin medicina, sin gasas, y no pasa nada. ¿Pero que nos pasa? Las empresas privadas hacen lo que les da la gana y nadie hace nada. El gobierno hace lo que le da la gana y nadie hace nada. Ese comportamiento se ve reflejado en la población, en las calles, todo el mundo hace lo que le da la gana. Poco a poco caemos en la anarquía total, fruto del conjunto de cosas que pasan y del otro conjunto de cosas que no hacemos que pasen.

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